Nuevo portal para el aprendizaje del idioma español

El Instituto Cervantes, la Agencia EFE y la Fundación de la Lengua Española potenciarán la enseñanza del idioma hispano, que en el mundo hablan más de cuatrocientos millones de personas, con finalidades sociales, culturales y económicas en mercados emergentes dominados por el inglés, el chino y portugués.

Una estrategia conjunta fruto de «sinergias, objetivos y compromisos» comunes por las tres partes han cristalizado en la puesta en marcha de «Practica español«, un portal de internet informativo, educativo y gratuito cuyos detalles serán presentados mañana en Valladolid «y que ya está recogiendo sus frutos».

Quien así se expresa, en declaraciones a EFE, es el empresario José Vega, presidente de la Fundación de la Lengua Española, una entidad privada impulsada desde Castilla y León para difundir «la imagen de España», el arte, la cultura e incluso la gastronomía con el estandarte de la lengua como atractivo y fuente de recursos.

Una de las herramientas creadas para tal fin es el portal «Practica español», fruto de un convenio firmado a finales de 2010, «muy novedoso» y que «acaba de arrancar» con unos resultados «francamente ilusionantes», ha añadido Vega, presidente de la empresa Investigación y Control de Calidad (Incosa).

La publicidad financiará este instrumento donde el Instituto Cervantes aportará sus conocimientos académicos respecto al español, mientras que la Agencia EFE aportará su «importantísima capacidad de difusión», en tanto que de la cobertura tecnológica se encargará la Fundación de la Lengua Española, de cuyo patronato forman parte las Universidades de Burgos, León, Salamanca y Valladolid.

Los teletipos de la primera agencia internacional en lengua española servirán de base al estudio del idioma hispano por parte de los internautas que se adhieran al programa y que estarán dirigidos por un claustro de profesores.

«Desde Castilla y León, una de las cunas de nuestro idioma y de su evolución, tenemos también el importante bagaje de sus universidades públicas», ha insistido Vega antes de advertir que «aún queda mucho por hacer», por lo que «conviene no perder el tiempo y analizar los medios y resultados», ya que los esfuerzos realizados «son muy grandes».

Los principales destinatarios de «Practica Español» son el mercado del inglés, «como vía de acceso a los Estados Unidos donde ya trabajamos con las universidades de Seattle y de Orlando», además del brasileño «emergente y muy próximo a nosotros», y el chino «porque es una economía algo apabullante, situada en todo el mundo».

Sigue leyendo en el artículo publicado en ABC los proyectos que desarrollará la Fundación de la Lengua Española a lo largo de 2011.

 

El devenir histórico del español

En su libro “La andadura del español por el mundo”, el lingüista Humberto López Morales analiza los vaivenes del idioma español a lo largo de su historia y en las más diversas latitudes geográficas. En una entrevista con El Tribuno, habló acerca de la valoración social de los distintos dialectos y sociolectos, del impacto de los avances de internet y los mensajes de texto en los cambios lingüísticos, la realidad actual del español en Estados Unidos y la variedad hablada en Argentina, a la cual no pudo definir “por falta de objetividad, ya que adora a la Argentina”. Sencillo, directo y apasionado, augura un destino más que promisorio para el español. “En el 2050 será el segundo idioma con el mayor número de hablantes en el mundo, sólo estará por debajo del chino mandarín”.

¿Qué lo motivó a escribir esta obra?

El tema era la lengua española. Y yo no he hecho otra cosa en mi vida (o casi) que estudiarla, especialmente en América, desde los principios de mi carrera profesional. Pensé que podría hacer algo diferente, interesante y lleno de nuevos datos. No sé si lo he conseguido, pero he disfrutado mucho escribiéndolo. El término “andadura” me parece estupendo, claro, preciso y lo siento incluso muy elegante.

¿Cómo es la relación entre el español y las lenguas indígenas de América a lo largo de la historia, especialmente el quechua?

Esa historia es larga y variada, desde el encumbramiento de las lenguas indígenas (casi toda la época de cristianización) hasta el olvido e incluso el desdén. No hay más que ver su historia en América y el panorama actual, con una enorme mayoría de lenguas inexistentes ya y muchas otras en inminente peligro de extinción. Hoy se pone más atención y cuidado a la lengua quechua, pero su fragmentación en seis variedades, algunas no siempre comprendidas las unas con las otras, es un factor negativo.

Usted señala que las lenguas indígenas no explican ninguno de los cambios del español en América, ¿a qué se debe esto?

Bueno, es la verdad. Pero aportan las influencias léxicas que compensan el vacío de influencia en otros aspectos de la lengua, como el sintáctico. Se encuentran influencias, desde luego, pero no entre hablantes monolingües de español, a menos que yo sepa.

¿Cuál es la visión que se tiene del español en los claustros académicos de Estados Unidos?

El español está en auge en todas partes, pero muy especialmente en los Estados Unidos. Hay muchos estudiantes, seis veces más que los que estudian francés en ese país, por ejemplo. Las cifras, sobre todo las universitarias, son espectaculares, y lo serán más aún.

En Estados Unidos, el español es relacionado con la minoría latina, discriminada en muchos casos. En ese contexto, ¿cómo es percibido el español por la sociedad en general?

Eso era antes, cuando los hispanos se identificaban únicamente con los inmigrantes más pobres de México y Centroamérica, que en su mayoría, eran aquellos que iban a ese país a recoger tomates a un dólar la hora. Hoy las cosas han cambiado completamente. Hay una gran industria hispana, los medios de comunicación son hoy muy numerosos y consiguen mucho éxito. La demanda de español en las universidades, en constante ascenso, es un dato clave. El hecho de que los bilingües ganen más dinero que los anglos, aun ocupando puestos paralelos, es un dato de extrema importancia para que los hispanos no abandonen el español por el inglés, como hacían antes.

¿Cuál cree que es el futuro del español?

Magnífico. Puede que llegue a ser una lengua hablada por el 10% de todo el planeta. Eso podría ser poco más allá de 2050. Las proyecciones en este sentido son contundentes. Para dicho año, podría ser el segundo idioma con el mayor número de hablantes en el mundo, por debajo del chino mandarín.

Borges y Sabato dialogan sobre la traducción literaria

En el libro “Diálogos: Borges/Sabato”, los dos escritores argentinos discuten diferentes aspectos de la traducción literaria. Abajo transcribimos algunos techos.

Sábato: Recuerdo que también hablábamos mucho de Stevenson, de sus silencios. Lo que calla, a veces más significativo que lo que expresa.

Borges: Claro, los silencios de Stevenson… y también Chesterton, Henry James… no, creo que de James se hablaba menos.

Sábato: Al que le interesaba mucho era a Pepe Bianco.

Borges: Sí, él había traducido The Turn of the Screw. Mejoró el título, es cierto. Otra vuelta de tuerca es superior a La vuelta de tuerca ¿no?

Sábato: Representa con más claridad la idea de la obra. Al revés que con ese libro de Saint-Exupéry llamado Terre des Homme que aparece traducido como Tierra de hombres. Como quien dice “Tierra de machos”. Si hasta parece un título para Quiroga o Jack London. Cuando lo que en realidad quiere significar (además lo dice literalmente) es Tierra de los Hombres, la tierra de estos pobres diablos que viven en este planeta. No sólo ese traductor no sabe francés sino que no entendió nada de Saint-Exupéry ni de su obra entera. Pero a propósito, Borges, recuerdo algo que me llamó la atención hace un tiempo en su traducción del Orlando, de Virginia Woolf…

Borges: (Melancólico) Bueno, la hizo mi madre… yo la ayudé.

Sábato: Pero está su nombre. Además, lo que quiero decirle es que encontré dos frases que me hicieron gracia porque eran borgeanas, o así me parecieron. Una cuando dice, más o menos, que el padre de Orlando había cercenado la cabeza de los hombres de “un vasto infiel”. Y la otra, cuando aquel escritor que volvió hacia Orlando y “le infirió un borrador”. Me sonaba tanto a Borges que busqué el original y vi que decía, si no recuerdo mal, algo así como presented her a rough draft.

Borges: (Riéndose) Bueno, sí, caramba…

Sábato: No tiene nada de malo. Sólo muestra que casi es preferible que un autor sea traducido por un escritor medio borroso e impersonal ¿no? Recuerdo que hace mucho tiempo vi una representación de Macbeth. La traducción era tan mala como los actores y la pintarrajeada escenografía. Pero salí a la calle deshecho de pasión trágica. Shakespeare había logrado vencer a su traductor.

Borges: Es que hay ciertas traducciones espantosas… Hay un film inglés cuyo título original The Imperfect Lady lo tradujeron aquí como La cortesana o La ramera. Perdió toda la gracia. Precisamente alterar de esa forma el título, que es donde más ha trabajado el autor. Cuando eligió uno es porque lo ha pensado mucho. Nadie, ni el traductor, debe creerse con derecho a cambiarlo.

Sábato: ¿Y acaso el título no es la metáfora esencial del libro? Del título podría decirse lo que se ha afirmado de los sistemas filosóficos, que casi siempre son desarrollo de una metáfora central: El Río de Heráclito, La Esfera de Parménides…

Borges: Claro, suponiendo que los títulos no sean casuales. Bueno, y que los libros tampoco ¿no?

Otro momento de la charla:

Sábato: A propósito, ¿conoce la traducción alemana del Neveu de Rameau? Borges niega con la cabeza.

Sábato: Usted sabe que lo tradujo Goethe, ¿no?

Borges: Sí, sí, claro.

Sábato: Pero, ¿sabía que la versión francesa es traducción de esa traducción alemana?

Borges: (Con profunda sorpresa) ¿Cómo? No, no lo sabía realmente. . .

Sábato: Sí, creo que la versión original se perdió y no sé si luego se recuperó. Pero durante mucho tiempo, al menos, la versión francesa que circuló fue la retraducida desde el alemán. Dicho sea de paso, esa obra de Diderot es otro ejemplo de lo que decíamos antes, sobre la pluralidad de las interpretaciones. Lo admiraron a la vez Goethe y Marx, aunque no por los mismos motivos.

Borges: El siglo XVIII francés tuvo la mejor prosa de la historia de la literatura de Francia. Voltaire es admirable.

Sábato: Tenían una gran precisión.

Borges: Y también una gran pasión. Es un siglo estupendo. Yo ahora estoy leyendo bastante literatura francesa de esa época: los cuentos de Voltaire por ejemplo. Leí con entusiasmo Carlos XII, un libro épico.

Sábato: Es curioso lo que pasa con esos enciclopedistas. De nuevo la duplicidad del escritor, entre lo que se proponen y lo que les sale. Diderot, nada menos. Sus obras de ficción son terribles. Es decir, que los demonios, esos demonios que la ilustración proscribe o ridiculiza aparecen en las novelas como una especie de venganza inconsciente de las furias. Cuando más racional se volvía el pensamiento, más se cobraban venganza.

Ver más fragmentos del diálogo

A propósito de este diálogo, el 23 de enero de 2011, el diario La Nación publicó:

Entre los misterios que circulan en torno a la traducción de La metamorfosis , de Franz Kafka, uno de los más citados es la confusión que existe acerca del nombre del traductor oficial de la obra al castellano, que frecuentemente se adjudica y desvincula, al mismo tiempo, a Jorge Luis Borges. El misterio renació cuando Mario Vargas Llosa compró recientemente en Montevideo un ejemplar, traducido por Borges.

Y aunque María Kodama no tiene la clave para resolver la encrucijada, comparte algunos datos. «La versión que yo tengo, que es la que Borges me dio -aunque no tiene que ser la real-, es que él no estaba de acuerdo con el título que le pusieron en español. El quería que lo titularan La transformación y no La metamorfosis, y eso lo enojó. Por eso dijo: «Yo no he hecho la traducción de ese libro», porque, lógicamente, al no recibir el título que él quería, él no se sentía como el que había hecho ese trabajo», cuenta su viuda.

Menos dudas dejó sobre otra intriga, que es la postergación de la reimpresión de los célebres diálogos entre Borges y Ernesto Sabato, que, de acuerdo con una versión, no se concretaba por una supuesta negativa de Kodama. «Yo nunca me opuse a la reimpresión de esos diálogos. El que lo quiera hacer le tiene que pedir permiso a Sabato, y también a mí, pero yo no opondría ninguna resistencia. Además, tengo un recuerdo muy bueno de Sabato, porque él siempre fue muy considerado con Borges, en especial en la etapa final de su vida. Recuerdo que por esa época me encontró en una confitería que está ubicada detrás del hotel Plaza, en Buenos Aires, y me preguntó, con una enorme ternura, por su salud. Y esos detalles no se olvidan fácilmente», concluye.

Nuevo curso de corrección de textos

La Página del Idioma Español ofrecerá próximamente un curso de corrección de texto que abarcará los aspectos morfosintácticos, estilísticos, ortográficos y ortotipográficos de la profesión.

El curso, que se llevará a cabo en la modalidad a distancia, será dictado por la Lic. Claudia Aguirre (Universidad Nacional de Buenos Aires) en una plataforma digital Moodle, diseñada para la docencia no presencial.

El curso estará dirigido a correctores, diplomados o no, así como a personas interesadas en los aspectos técnicos y normativos del trabajo con texto.

Los contenidos están distribuidos en tres módulos totalmente independientes entre sí, por lo tanto el alumno podrá elegir el orden en que quiera hacerlos y decidir si quiere realizar el curso completo o algún módulo en especial. Se ha organizado cada módulo de manera que pueda ser desarrollado en cuatro semanas, no obstante profesor y alumno podrán convenir otro ritmo de trabajo si fuera preciso.

Ver más datos en http://elcastellano.org/cursos.html

El origen de la palabra «fiaca»

El origen de algunas palabras de nuestro léxico popular por Roberto Arlt

Ensalzaré con esmero al benemérito “fiacún”.
Yo, cronista meditabundo y aburrido, dedicaré todas mis energías a hacer el elogio del “fiacún”, a establecer el origen de la “fiaca”, y a dejar determinados de modo matemático y preciso los alcances del término. Los futuros académicos argentinos me lo agradecerán, y yo habré tenido el placer de haberme muerto sabiendo que trescientos setenta y un años después me levantarán una estatua.
No hay porteño, desde la Boca a Núñez, y desde Núñez a Corrales, que no haya dicho alguna vez:
-¡Hoy estoy con “fiaca”!.
De ello deducirán seguramente mis asiduos y entusiastas lectores que la “fiaca” expresa la intención de “tirarse a muerto”, pero ello es un grave error.
Confundir la “fiaca” con el acto de tirarse a muerto es lo mismo que confundir un asno con una cebra o un burro con un caballo.
Exactamente lo mismo.
Y sin embargo a primera vista parece que no. Pero es así. Sí, señores, es así. Y lo probaré amplia y rotundamente, de tal modo que no quedará duda alguna respecto a mis profundos conocimientos de filología lunfarda.
Y no quedarán, porque esta palabra es auténticamente genovesa, es decir, una expresión corriente en el dialecto de la ciudad que tanto detestó el señor Dante Alighieri.
La “fiaca” en el dialecto genovés expresa esto: “Desgarro físico originado por la falta de alimentación momentánea”. Deseo de no hacer nada. Languidez. Sopor. Ganas de acostarse en una hamaca paraguaya durante un siglo. Deseos de dormir como los durmientes de Efeso durante ciento y pico de años.
Sí, todas estas tentaciones son las que expresa la palabra mencionada. Y algunas más.

La Fiaca
Comunicábame un distinguido erudito en estas materias, que los genoveses de la Boca cuando observaban que un párvulo bostezaba, decían: “Tiene la “fiaca” encima, tiene”. Y de inmediato le recomendaban que comiera, que se alimentara.
En la actualidad el gremio de almaceneros está compuesto en su mayoría por comerciantes ibéricos, pero hace quince y veinte años, la profesión del almacenero en Corrales, la Boca, Barracas, era desempeñada por italianos y casi todos ellos oriundos de Génova. En los mercados se observaba el mismo fenómeno. Todos los puesteros, carniceros, verduleros y otros mercaderes provenían de la “bella Italia” y sus dependientes eran muchachos argentinos, pero hijos de italianos. Y el término trascendió. Cruzó la tierra nativa, es decir, la Boca, y fue desparramándose con los repartos por todos los barrios. Lo mismo sucedió con la palabra “manyar” que es la derivación de la perfectamente italiana “mangiar la follia”, o sea “darse cuenta”.
Curioso es el fenómeno, pero auténtico. Tan auténtico que más tarde prosperó este otro término que vale un Perú, y es el siguiente: “Hacer el rostro”.
¿A qué no se imaginan ustedes lo que quiere decir “hacer el rostro”? Pues hacer el rostro, en genovés, expresa preparar la salsa con que se condimentarán los tallarines. Nuestros ladrones la han adoptado, y la aplican cuando después de cometer un robo hablan de algo que quedó afuera de la venta por sus condiciones inmejorables. Eso, lo que no pueden vender o utilizar momentáneamente, se llama el “rostro”, es decir, la salsa, que equivale a manifestar: lo mejor para después, para cuando haya pasado el peligro.
Volvamos con esmero al benemérito “fiacún”.
Establecido el valor del término, pasaremos a estudiar el sujeto a quien se aplica. Ustedes recordarán haber visto, y sobre todo cuando eran muchachos, a esos robustos ganapanes de quince años, de dos metros de altura, cara colorada como una manzana reineta, pantalones que dejaban descubierta una media tricolor, y medio zonzos y brutos.
Esos muchachos era los que en todo juego intervenían para amargar la fiesta, hasta que un “chico”, algún pibe bravo, los sopapeaba de lo lindo eliminándolos de la función. Bueno, estos grandotes que no hacían nada, que siempre cruzaban la calle mordiendo un pan y con gesto huído, estos “largos” que se pasaban la mañana sentados en una esquina o en el umbral del despacho de bebidas de un almacén, fueron los primitivos “fiacunes”. A ellos se aplicó con singular acierto el término.
Pero la fuerza de la costumbre lo hizo correr, y en pocos años el “fiacún” dejó de ser el muchacho grandote que termina por trabajar de carrero, para entrar como calificativo de la situación de todo individuo que se siente con pereza.
Y, hoy, el “fiacún” es el hombre que momentáneamente no tiene ganas de trabajar. La palabra no encuadra una actitud definitiva como la de “squenún”, sino que tiene una proyección transitoria, y relacionada con este otro acto. En toda oficina pública y privada, donde hay gente respetuosa de nuestro idioma y un empleado ve que su compañero bosteza, inmediatamente le pregunta:
-¿Estás con “fiaca”?
Aclaración. No debe confundirse este término con el de “tirarse a muerto”, pues tirarse a muerto supone premeditación de no hacer algo, mientras que la “fiaca” excluye toda premeditación, elemento constituyente de la alevosía según los juristas. De modo que el “fiacún” al negarse a trabajar no obra con premeditación, sino instintivamente, lo cual lo hace digno de todo respeto.

Autor: Roberto Arlt

Los números en español: cómo escribirlos.

Existen dos sistemas básicos para representar los números mediante signos: la «numeración arábiga», llamada así porque fue introducida en Occidente por los árabes, y la «numeración romana», heredada de los romanos. Además, los números pueden representarse mediante palabras, denominadas «numerales». En la numeración arábiga, cualquier número puede representarse mediante la combinación de solo diez signos, llamados cifras o dígitos: 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9; la numeración romana se basa en el empleo de siete letras del alfabeto latino, a las que corresponde un valor numérico fijo. Debido a su mayor simplicidad, la numeración arábiga sustituyó en la Edad Media al sistema romano, que ya no se emplea en la actualidad, salvo en unos pocos casos. En los textos escritos pueden emplearse tanto cifras como palabras.

1. Uso de cifras o de palabras. La elección de cifras o de palabras en la escritura de los números depende de varios factores: el tipo de texto de que se trate, la complejidad del número que se deba expresar y el contexto de uso. Así, en general, en textos científicos y técnicos es más normal, por su concisión y claridad, el empleo de cifras, y resulta obligado cuando se trata de operaciones matemáticas, cómputos estadísticos, inventarios, tablas, gráficos o cualquier otro contexto en que el manejo de números es constante y constituye parte fundamental de lo escrito. Por las mismas razones de concisión y claridad, en carteles, etiquetas, titulares periodísticos y textos publicitarios es también general el empleo de cifras. Por el contrario, en obras literarias y textos no técnicos en general, resulta preferible y más elegante, salvo que se trate de números muy complejos, el empleo de palabras en lugar de cifras. A este respecto pueden ofrecerse las siguientes recomendaciones generales:

1.1. Se escribirán preferentemente con letras:

a) Los números que pueden expresarse en una sola palabra, esto es, del cero al veintinueve, las decenas (treinta, cuarenta, etc.) y las centenas (cien, doscientos, etc.): Me he comprado cinco libros: tres ensayos y dos novelas; Este año tengo cincuenta alumnos en clase; A la boda acudieron trescientos invitados.

b) Los números redondos que pueden expresarse en dos palabras (trescientos mil, dos millones, etc.): Acudieron cien mil personas a la manifestación; Ganó tres millones en un concurso.

c) Los números que se expresan en dos palabras unidas por la conjunción y (hasta noventa y nueve): Mi padre cumplió ochenta y siete años la semana pasada; En la Biblioteca de Palacio hay treinta y cinco manuscritos.

No es recomendable mezclar en un mismo enunciado números escritos con cifras y números escritos con letra; así pues, si algún número perteneciente a las clases antes señaladas forma serie con otros más complejos, es mejor escribirlos todos con cifras: En la Biblioteca de Palacio hay 35 manuscritos y 135 226 volúmenes impresos, 134 de ellos incunables.

d) En textos no técnicos es preferible escribir con letras los números no excesivamente complejos referidos a unidades de medida. En ese caso, no debe usarse el símbolo de la unidad, sino su nombre: Recorrimos a pie los últimos veinte kilómetros (no los últimos veinte km). Cuando se utiliza el símbolo, es obligado escribir el número en cifras.

e) Todos los números aproximados o los usados con intención expresiva: Creo que nació en mil novecientos cincuenta y tantos; Habría unas ciento cincuenta mil personas en la manifestación; ¡Te lo he repetido un millón de veces y no me haces caso!

f) Los números que forman parte de locuciones o frases hechas: No hay duda: es el número uno; Éramos cuatro gatos en la fiesta; Te da lo mismo ocho que ochenta; A mí me pasa tres cuartos de lo mismo.

1.2. Se escribirán con cifras:

a) Los números que exigirían el empleo de cuatro o más palabras en su escritura con letras: En verano la población asciende a 32 423 habitantes (más claro y de comprensión más rápida que treinta y dos mil cuatrocientos veintitrés). En algunos documentos, como cheques bancarios, contratos, letras de cambio, etc., por razones de seguridad, la expresión en cifras va acompañada normalmente de la expresión en palabras: Páguese al portador de este cheque la cantidad de veinticinco mil trescientos treinta y ocho euros.

b) Los números formados por una parte entera y una decimal: El índice de natalidad es de 1,5 (o 1.5, en los países que usan el punto como separador decimal) niños por mujer. También en este caso, en cheques bancarios, contratos, letras de cambio, etc., la expresión numérica suele acompañarse de la expresión lingüística: Páguese al portador de este cheque la cantidad de mil doscientos treinta y cuatro euros con veinticinco céntimos. El sustantivo cuantificado por una expresión numérica decimal, incluso si esta designa cantidad inferior a la unidad, debe ir en plural: 0,5 millones de pesos (y no 0,5 millón de pesos).

c) Los porcentajes superiores a diez: En las últimas elecciones votó el 84% de la población. No debe dejarse espacio de separación entre el número y el signo %. Hasta el diez suele alternar el empleo de cifras o palabras en la indicación de los porcentajes: El 3% (o tres por ciento) de los encuestados dijo no estar de acuerdo con la medida. El símbolo % debe leerse siempre «por ciento», no «por cien», salvo en el caso del 100%, que puede expresarse en letras de tres modos: cien por cien, cien por ciento o ciento por ciento. No debe usarse el signo % cuando el porcentaje se expresa con palabras (el tres %). Tanto si se escribe con cifras como con palabras, la expresión de los porcentajes debe quedar dentro de la misma línea: 3 / %, tres / por ciento, tres por / ciento.

d) Los números referidos a unidades de medida, cuando van seguidos del símbolo correspondiente: Madrid dista 40 km de Guadalajara; Mañana se alcanzarán los 35 ºC. No se deben escribir en líneas diferentes la cifra y el símbolo: 40 / km, 5 / ºC.

e) Los números seguidos de la abreviatura del concepto que cuantifican: 5 cts. (‘cinco céntimos’), 45 págs. (‘cuarenta y cinco páginas’), 2 vols. (‘dos volúmenes’). No se deben escribir en líneas diferentes el número y la abreviatura: 5 / cts.

f) Los números pospuestos al sustantivo al que se refieren (expresado o no mediante abreviatura), usados para identificar un elemento concreto dentro de una serie: página 3 (o pág. 3), habitación 317 (o hab. 317), número 37 (o núm. 37), tabla 7, gráfico 15, etc.

2. Ortografía de los números escritos con cifras. Para escribir correctamente los números expresados en cifras, debe tenerse en cuenta lo siguiente:

a) Al escribir números de más de cuatro cifras, se agruparán estas de tres en tres, empezando por la derecha, y separando los grupos por espacios en blanco: 8 327 451 (y no por puntos o comas, como, dependiendo de las zonas, se hacía hasta ahora: 8.327.451; 8,327,451). Los números de cuatro cifras se escriben sin espacios de separación: 2458 (no 2 458). En ningún caso deben repartirse en líneas diferentes las cifras que componen un número: 8 327 / 451.

b) Nunca se escriben con puntos, comas ni blancos de separación los números referidos a años, páginas, versos, portales de vías urbanas, códigos postales, apartados de correos, números de artículos legales, decretos o leyes: año 2001, página 3142, código postal 28357.

c) Para separar la parte entera de la decimal debe usarse la coma, según establece la normativa internacional: El valor de π es 3,1416. No obstante, también se admite el uso anglosajón del punto, extendido en algunos países americanos: El valor de π es 3.1416.

d) Las cantidades que tienen como base un sustantivo de significación numeral como millón, millardo, billón, trillón y cuatrillón, siempre que, al menos, las tres últimas cifras de su escritura en números sean ceros, podrán abreviarse mezclando el uso de cifras y letras en su escritura: 327 millones, 3,6 billones, 2 cuatrillones. Son sustantivos, entre otras cosas, porque si se expresa el elemento que cuantifican, este debe ir precedido de la preposición de: 327 millones de habitantes, 2 millardos de dólares. Este método abreviado no es válido para las cantidades en miles, ya que mil no es un sustantivo (la forma sustantiva es millar), sino que forma parte de adjetivos numerales compuestos de dos palabras, en cuya escritura no deben mezclarse cifras y letras; así, no debe escribirse 154 mil personas o 12 mil millones, por la misma razón que no escribimos 30 y siete ni cincuenta y 4. Debe escribirse 154 000 personas, 12 000 millones (o doce mil millones).

e) En la expresión abreviada de los numerales ordinales, se utilizan cifras seguidas de letras voladas. Como corresponde a las abreviaturas, se escribirá punto entre la cifra y la letra volada: 1.º (primero), 2.ª (segunda), 3.er (tercer).

3. Uso de los números romanos

3.1. La numeración romana se basa en el empleo de siete letras del alfabeto latino, a las que corresponde un valor numérico fijo: I (= 1), V (= 5), X (= 10), L (= 50), C (= 100), D (= 500), M (= 1000). Para escribir correctamente un número utilizando este sistema, es necesario tener en cuenta lo siguiente:

a) Aunque en textos antiguos se usaban a veces letras minúsculas para representar los números romanos, hoy deben utilizarse solo letras con forma mayúscula. Cuando se refieran a sustantivos escritos en minúscula, se recomienda escribirlos en versalitas (letras de figura mayúscula, pero del mismo tamaño que las minúsculas): siglo v, páginas xix-xxiii; y en versales (letras mayúsculas de tamaño superior al de las minúsculas), cuando vayan solos o se refieran a sustantivos escritos con inicial mayúscula: Alfonso X, II Congreso Internacional. Cuando los números romanos se usan con valor ordinal, no deben acompañarse de letras voladas: tomo vi.º, II.ª Guerra Mundial.

b) No debe repetirse hoy más de tres veces consecutivas una misma letra; así, el número 333 se escribe en romanos CCCXXXIII; pero 444 no puede escribirse CCCCXXXXIIII; se escribe CDXLIV. No obstante, en la Antigüedad podían repetirse hasta cuatro veces consecutivas las letras I y X.

c) Nunca se repetirá dos veces una letra si existe otra que por sí sola representa ese valor; así, no puede escribirse VV para representar el número 10, porque ese valor lo representa la letra X.

d) Cuando una letra va seguida de otra de valor igual o inferior, se suman sus valores: VI (= 6), XV (= 15), XXVII (= 27).

e) Cuando una letra va seguida de otra de valor superior, se le resta a la segunda el valor de la primera: IV (= 4), IX (= 9), XL (= 40), XC (= 90), CD (= 400), CM (= 900).

f) El valor de los números romanos queda multiplicado por mil tantas veces como rayas horizontales se tracen encima: así, L (= 50 000), M—— (= 1 000 000 000).

3.2. En la actualidad, solo se usan los números romanos, casi siempre con valor ordinal, en los casos siguientes:

a) En monumentos o lápidas conmemorativas, para indicar los años: MCMXCIX (= 1999). Esta costumbre está cayendo en desuso y actualmente es más normal usar la numeración arábiga.

b) Para indicar los siglos: siglo xv, siglo xxi. Se escriben siempre pospuestos al nombre. No deben usarse, en este caso, números arábigos: siglo 21.

c) Para indicar las dinastías en ciertas culturas: los faraones de la xviii dinastía. Se escriben normalmente antepuestos al nombre. Pueden sustituirse por la abreviatura del numeral ordinal correspondiente: la 18.ª dinastía.

d) En las series de papas, emperadores y reyes de igual nombre: Juan XXIII, Napoleón III, Felipe IV. Se escriben siempre pospuestos al nombre.

e) En la numeración de volúmenes, tomos, partes, libros, capítulos o cualquier otra división de una obra, así como en la numeración de actos, cuadros o escenas en las piezas teatrales: tomo iii, libro ii, capítulo iv, escena viii. Se escriben pospuestos al nombre. En muchos de estos casos, pueden sustituirse por las abreviaturas, antepuestas o pospuestas, de los numerales ordinales correspondientes: tomo 3.º o 3.er tomo, capítulo 12.º o 12.º capítulo; e incluso por números cardinales, aunque en ese caso el número solo puede ir pospuesto al nombre: tomo 3, volumen 2, capítulo 7.

f) En la denominación de congresos, campeonatos, certámenes, festivales, etc.: II Congreso Internacional de la Lengua Española, XXIII Feria del Libro de Buenos Aires. Se escriben antepuestos al nombre. Si el número resulta excesivamente complejo, se prefiere, en su lugar, el uso de las abreviaturas de los numerales correspondientes: 78.o Campeonato Mundial de Ajedrez.

g) Para numerar las páginas de secciones preliminares de una obra (prólogo, introducción, etc.), con el fin de distinguirlas de las del cuerpo central: El autor cita a Cervantes en la página xvii del prólogo. Se escriben pospuestos al nombre.

h) Para representar el mes en la expresión abreviada de las fechas.

Fuente: Real Academia Española.

Ser bilingüe mejora la atención y la memoria

El proyecto «Procesos de atención y memoria en la selección de idiomas en bilingües y traductores», coordinado por los profesores Teresa Bajo Molina y Pedro Macizo Soria, de la Universidad de Granada, ha demostrado que el bilingüismo es beneficioso ya que «mejora las capacidades atencionales y entrena la memoria», explica la profesora Bajo. Es decir, que saber dos idiomas tiene ventajas más allá de la evidente facilidad para comunicarse.

La profesora Teresa Bajo Molina y su equipo han llegado a esta conclusión a través de una serie de experimentos realizados con personas bilingües en español y en inglés, «entendiendo por bilingüismo el conocimiento alto de dos idiomas y su uso frecuente; es decir, no es necesario haber crecido con las dos lenguas a la vez», aclara la investigadora.

Diferentes grupos de bilingües, de entre 16 y 24 personas, han participado en los experimentos y han realizado una serie de pruebas (p.ej. leer o traducir frases, nombrar dibujos en diferentes idiomas, etc.) en que se mide el tiempo de respuesta y la actividad eléctrica cerebral. Sus resultados muestran que una persona bilingüe activa los dos idiomas a la vez incluso en situaciones en que necesita sólo uno.

Esta activación, unas veces supone una ventaja y otras una dificultad. Por ejemplo, «presentamos un dibujo a la persona para que lo nombre. En el caso de las palabras cognadas (palabras que se parecen mucho en los dos idiomas y representan lo mismo), como «piano», se activan los dos idiomas y la identificación del dibujo es mucho más rápida que para un monolingüe. Facilita el hecho de que haya características comunes entre las dos representaciones léxicas». Sin embargo, para palabras homógrafas (que se escriben igual pero no significan lo mismo), como «pie» (en inglés, pastel), se activan los dos conceptos a la vez creando interferencias y la persona tiene que seleccionar, con lo que el tiempo de respuesta es mayor», explica la profesora Bajo.

El cerebro se adapta al idioma
Para resolver el conflicto entre los dos idiomas que se activan y que la persona pueda seleccionar el que es apropiado, es necesaria la actuación de un mecanismo atencional que implica la parte prefrontal del cerebro y que inhibe aquel término que en el contexto no es apropiado demostrando que se puede ignorar información interna.

En este punto, el grupo de investigación de la profesora Bajo introduce el análisis de los intérpretes simultáneos. «En el caso de un intérprete no se puede inhibir uno de los dos idiomas sino que los tiene que mantener activos al mismo tiempo porque escucha en uno y habla en otro. Los traductores consiguen mantenerlos activos a pesar de que supone mucho esfuerzo cognitivo. Esto significa que el cerebro puede actuar de forma diferente a como lo haría de forma natural dependiendo de la práctica a la que se ve expuesto, es decir, el cerebro se adapta, es plástico», asegura Teresa Bajo. «Un intérprete también usa el mecanismo de memoria de trabajo (la que te permite mantener activa información para realizar una tarea) de forma más eficaz».

«Tras todas estas pruebas, hemos demostrado que el cerebro puede responder de forma diferente con entrenamiento» y el aprendizaje de otro idioma es, de algún modo, un entrenamiento. En general, «ser bilingüe tiene más ventajas que inconvenientes. Aunque aquel que maneja dos idiomas, los maneja un poco más lentamente que otro que sólo usa uno, las consecuencias generales de ser bilingüe son que usa mecanismos atencionales mucho más que los que no lo son; los bilingües son capaces de manejar mejor situaciones de selección, de toma de decisiones. En situaciones de distracción se concentran más fácilmente para elegir», explica. De hecho, otros estudios hechos en Canadá con mayores, apunta Bajo, «han demostrado que el uso de otro idioma retrasa el deterioro de la edad».

Los niveles altos de bilingüismo aumentan la concentración
Como explica la profesora Bajo Molina, «ahora estamos afinando la investigación por grados de bilingüismo. A falta de corroborar los resultados, estamos encontrando que si hay un idioma muy dominante, interfiere mucho, y es el mecanismo de inhibición el que funciona mucho más. Mientras que en los niveles más altos de bilingüismo, los idiomas no compiten y dominan los procesos de focalización, lo que les hace mejores en las tareas que obligan a mantener la atención, la concentración».

El siguiente reto de este grupo investigador es «estudiar el desarrollo de niños que están en colegios bilingües y ver el desarrollo de los procesos atencionales a medida que aumenta el conocimiento del segundo idioma. Además queremos comparar a menores que tienen alguna dificultad en el lenguaje (problemas de lenguaje, problemas atencionales, etc.) con los que no lo tienen. Queremos saber si, en este caso, las ventajas superan a los inconvenientes como es en el caso general», concluye Teresa Bajo.

Fuente: Andalucía Innova

¿Chino o español?

Mientras que China sigue rumbo a posicionarse como fuerza económica líder en el siglo 21, las escuelas en Estados Unidos están comenzando a ofrecer chino mandarín con el objetivo de preparar a los estudiantes estadounidenses para hacer frente a la potencia asiática.  Si bien no hay duda de que tener conocimientos de chino proporcionará una ventaja competitiva en el futuro, el columnista Nicholas Kristof, de New York Times, sostiene que los niños estadounidenses deberían estudiar español en primer lugar.

Kristof señala que la «presencia cotidiana» de la lengua española en los Estados Unidos y la creciente integración económica del país con América Latina hacen que el aprendizaje del español sea fundamental. Las personas con habilidades en esta lengua serán capaces de aprovechar las oportunidades de negocios en la región, las cuales seguirán creciendo en los próximos años mientras que las economías en lugares como el sur de Europa se estancan bajo el peso de la perdurable crisis financiera. Además, el español es mucho más fácil que el chino, y los estudiantes pueden alcanzar un nivel de conocimiento del español al graduarse de la escuela secundaria, lo cual sería imposible con el complejo mandarín.

Un museo para la lengua portuguesa

‘Menas’ fue una exposición multimedia de las más destacadas que haya realizado el Museo de Lengua Portuguesa en San Pablo, Brasil.

En parte del predio que es un marco arquitectónico y emblemático del tempo en que los trenes imperaban como principal medio de transporte en el país, la Estação da Luz (Estación de la Luz), está instalado el Museo de Lengua Portuguesa (Museu da Língua Portuguesa), justamente en San Pablo, la ciudad que concentra la mayor aglomeración de hablantes del idioma, aproximadamente 11 millones.



Algunas tomas de la Estação da Luz

De creación reciente, surgido en 2006, irradió nuevas luces al concepto de museo mediante el uso de tecnologías de punta, recursos interactivos y distintos tipos de medios, los cuales, además de valorar el legado de la lengua escrita, se destacan por festejar la oralidad del idioma realizando exposiciones multimedia ligadas al universo de las artes visuales y audiovisuales.

El museo está destinado a revelar la lengua como elemento fundador de la cultura, mostrando sus orígenes, su historia y sus influencias, a acercar a los usuarios de la lengua como “propietarios” del idioma y su agente modificador, y a valorar la diversidad de la cultura brasileña. El museo promueve también el intercambio entre los distintos países que emplean la lengua, realiza cursos, conferencias y seminarios sobre el uso del idioma y estudios en lingüística, parte de estos se centran en temas que trascienden las fronteras.

En su página web, además de saber cómo se puede visitarla y aprovecharla al máximo eligiendo exposiciones temporales dentro de su programación, hay un noticiero excelente sobre lo que sucede en la institución y sobre hechos y personalidades destacadas del universo de la lengua.

En la sección Textos, hay una recopilación de estudios que tratan sobre: análisis del discurso, lingüística textual, problemática de la enseñanza de la lengua como lengua materna y no materna, discusión de las técnicas de redacción sobre la correlación entre oraciones por coordinación y subordinación, investigación sobre cómo nacen y mueren las lenguas y sobre familias lingüísticas, el origen de las lenguas, su estructura, comparación entre el portugués de América y de Portugal con otras lenguas, reflexiones sobre cómo estudiar y aprender el idioma, validez de los conceptos de correcto e incorrecto en el uso del idioma, el valor de la variación lingüística y la tentativa de definición de una política lingüística para el portugués. Como autores de los textos, desfilan nombres de estudiosos especializados, por ejemplo: Ataliba T. de Castilho, Mary A. Kato, Rosa Virgínia Mattos e Silva y Rodolfo Ilari.

 

 

 

 

 

 

Conozca más sobre cómo fue Menas, una de las exposiciones más estimulantes del Museo de Lengua Portuguesa: